El acto de recordarte.

Tengo ganas de verte, un día cualquiera, de improviso, sin que me esperes, tal vez sin que te encuentre. Verte en alguna esquina, agitar los brazos en el aire, tal vez no me reconozcas ya, tal vez me hayas olvidado y no te culpare, el “recuerdo” es algo que se gana, es como un trofeo al que sólo algunas personas se hacen acreedoras. Tal vez hará falta que te cuente que hace algún tiempo nos conocimos, que te abrace unos momentos, que compartimos el pan y una taza de café. Pensaré en todo el tiempo que te he querido, en como tus muecas quedaron grabadas en mi mente. Y no, no será una ingratitud de tu parte sino recuerdas nada, de hecho envidiare tu memoria selectiva y lamentare, que la mía sea tan acumuladora compulsiva. Tengo ganas de verte cualquier día, reír, caminar despacito y hablar de cualquier cosa, convertirme en un recordado, en un rostro extrañamente familiar. Tengo ganas de verte cualquier día y tomarme, contigo, este café que se enfría mientras te pienso. — Si me olvidas, te recuerdo.

Tengo ganas de envolver nuestros recuerdos entre abrazos que se mueren en la noche porque no estás. Aún me hace falta la forma de sonreír que tenías antes de cualquier amanecer, mis cobijas extrañan tu perfume,  ya no puedo imaginar tu mirada en medio de esta oscuridad. Y la nostalgia son demasiadas escenas donde te dibujas una y otra vez, demasiadas sonrisas ahogadas para poder olvidarte.

PavelStev