domingo, 2 de enero de 2011

Contingencia


















Siempre he tenido la manía de creer que en asuntos tales como una copa, un bar y por accidente, y que hoy llueve y parece que el agua fuese pintura sobre las calles y fijarme en las parcelas mojadas como lienzos recién hechos desde el cielo, son razones, todas suficientes para cuidarse de las casualidades hermosas que tiene la ciudad y sus gentes y una mujer, y moverme los ojos para mirar de nuevo esa misma copa y esperar que el vino se haga en mi sangre y sean las vocales ebrias que me animen a decirle la multitud de cosas y luce ahora mismo de mil formas cálidas, y sin mirar siquiera su vestido poder jurar sus ropas, el aroma impregnado de diciembre en las mesas, y esa misma mujer, siempre ella, y yo todavía con estas manías, y ella descubriéndome con estos vicios viejos que a medida que me animo se van desfragmentando como un torrente de hielo en mis labios, hacia ella, con ella, y esa mujer que era una entre muchas, ahora tan frágil y diferente, mas mía que de cualquiera y aunque sin mi todavía, mía. Es un día distinto, un instante diferente al que ahora mismo podría estar viviendo con ella, desde todos estos días míos hasta sus días, nada con estas jóvenes tan de estos lares como ajenas a cualquier otro, puede dejar de ser una casualidad hermosa.



Fue en cuanto pude verla cuando me decidí levantar, romper de la silla, y es que una cosa es mirar una fiesta integrada desde un taburete y otro asunto es imponerse ya sobre ese par de relámpagos que no vuelven alzar vuelo como son las piernas, que se amarran de las cuatro mas siendo dos delanteras de las sillas que ocupan el entorno de la pista de baile, yo la vi. Ella me miraba sabiéndome todo y yo todavía sin que se me notara ese impulso descarado y torpe que me ha acompañado toda la vida y por el cual y gracias, me dirigí hacia ella. Le invite una pieza de baile, empezó entonces un lapso lujurioso de mis ojos a su piel, como un juego de va y vienes, bailábamos, sudábamos, mi cuerpo fundido en el calor que su ropa ajustada a su piel le daba, para entonces y solo en ese momento donde casi siendo aceite comenzamos a hervirnos, listos para cocinar cualquier tipo de deseo, cualquier clase de noche que quisiésemos prepararnos, entendí que por las próximas semanas debería comprenderme entre sabanas, besos y sonrisas en ella, escuchaba el murmullo de la gente que parecía una camada de cosas que en ese mismo instante eran otro plano, un asunto que sabia que trataría semanas, meses después, pero en ese preciso momento no eran nada comparado con mi baile, con nuestro baile, y si mi ojos tuvieran boca comentarían por cuantas partes yo quise hablarle, sus ropas sobraban, no soportaba los horribles trajes de la época, la vergüenza y su dulce vanidad que nunca pude odiar le obligaban a prendarse, siempre con un ritmo distinto inventando negras, blancas, corcheas, y un tiempo en el medio que le llamábamos nuestro, a ese ritmo me movía yo y todavía logro en esos compases respirarme, bailarme, bailarle, siempre en un son diferente, irreconocible para cualquiera, mire su cuerpo cortar el aire y sentí como mis manos de espada hacían hoyos entre el viento, así es, yo también comprendía que nadie mas podría bailarnos a nuestra forma, ella me miraba y volvía la cabeza a sus lados, imagino yo, imaginando lo que vendría en las horas venideras, si es que existían horas algunas que puedesemos hacernos en adelante. No tuvimos que alzar los labios ni mover cuerda alguna de nuestras bocas para contarnos, solo para nosotros, que no era bailar bien o animar esa muchedumbre con esa camada de cosas y aplausos arrítmicos que no cesaban, el asunto era otro, era que bailábamos realmente en un mismo tono, nos deseábamos en un mismo tiempo, el compás de su cuerpo era mi primer pentagrama, y acorde a las circunstancias y las tablaturas codiciosas de cualquier melodía, disfrutaba cantarla, tocarla y aprenderme esta canción insaciable que hacia a la música, envidiarnos.


Fragmento de - Castillitos de Papel de Pavel Stevent

4 comentarios:

  1. Ya lo había leído y te lo había dicho, pero hoy lo leo de nuevo, en este fondo negro que ayuda al misterio y la profundidad... Y lo digo nuevamente: ¡es genial! Pavel.

    No te pierdas de aquí, ni de allá ni de ninguna parte.

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  2. Acogedor, cómodo, tranquilo..
    Con muy buenas letras, y con ideas que flotan por cada rincón.
    Con ánimo para leerte de nuevo ;)

    Saludos.

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  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  4. resulta interesante leerte y ver un poco más de lo que un perfil de facebook te permite.

    saludos..ha sido un gusto.
    Lucía

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